Este texto se basa en un artículo original de Kevin Padian*, publicado por la revista Nature el 7 de febrero de 2008 (Nature 451, 632-634 doi:10.1038/451632a). Fue traducido al español por el equipo de voluntarios de Astroseti, y publicado el 12 de febrero de 2009, con motivo del 200º Aniversario del nacimiento de Charles Darwin.
Quizá nadie haya tenido una influencia tan arrasadora en tantas facetas de la vida social e intelectual como
Charles Darwin, nacido el 12 de febrero de 1809. De los otros dos componentes del gran triunvirato de pensadores europeos del siglo diecinueve, las ideas de
Marx han sido distorsionadas hasta resultar irreconocibles en su aplicación política, y el enfoque de
Freud sobre la psique ya no merece el reconocimiento de los científicos. Ningún hombre ha tenido el impacto de
Darwin en la estructura del conocimiento empírico.
En el pasado siglo y medio, las ideas de
Darwin han inspirado poderosas imágenes y descubrimientos en la ciencia, las
humanidades y las artes. Entretanto, incontables comentaristas ignorantes de su significado han tomado prestada su elocuencia para arrimar el ascua a su sardina, desde el capitalismo a la
psicología evolucionista.
Darwin ha sido invocado como el demonio responsable de muchas de las aberraciones percibidas por algunos en nuestra sociedad, incluidos el ateísmo, el nazismo, el comunismo, el aborto, la homosexualidad, la investigación sobre células madre, los matrimonios homosexuales, y el
recorte de todas nuestras libertades naturales. Es difícil imaginar el horror que sentiría
Darwin por los malentendidos, las apropiaciones indebidas y la corrupción de sus ideas acaecidas a los 125 años de su muerte.
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Charles Darwin (1809-1882) a la edad de 60 años. Fotografía tomada por J. Cameron en 1869. Imagen obtenida de Wikimedia Commons. |
Hoy, día en que conmemoramos el 200º aniversario del nacimiento de
Darwin y el 150º aniversario de la publicación de
Sobre el origen de las especies, es un buen momento para reflexionar en lo que representa la imperecedera grandeza de
Darwin en el pensamiento occidental. Sus aportaciones difícilmente se pueden reducir a una simple lista, pero los diez tópicos siguientes ofrecen pistas sobre la magnitud de su legado.
La grandeza de su visión
Selección natural
Tanto
Darwin como el codescubridor de la Selección Natural,
Alfred Russel Wallace, se vieron inspirados en parte por la teoría socioeconómica de
Thomas Malthus.
Malthus advertía en su gran
Ensayo sobre el Principio de la Población (1803) que el crecimiento poblacional siempre sobrepasaría al crecimiento de los recursos, así que la superpoblación y los suministros insuficientes son inevitables y deberían ser aceptados y afrontados. Independientemente,
Darwin y
Wallace aplicaron estos principios al mundo natural. Se produce más progenie de la que puede sobrevivir, algunos están mejor adaptados a las condiciones predominantes que otros, y aquellos individuos mejor adaptados son más proclives a dejar sus ventajosos rasgos heredables a la siguiente generación.
Malthus puede haber sido el padrino de los
barracones diseñados para mantener a los ciudadanos alejados de la insolvencia y la dependencia del erario público, pero esta sombría visión de mejora no era la de
Darwin, no más que lo fue la apropiación que de la selección natural hizo
Herbert Spencer para su manifiesto social sobre la
supervivencia del más apto.
Darwin fue menos enfático que
Wallace sobre la preeminencia de la selección natural entre otros mecanismos de
cambio evolutivo. Pero creía que era importante, y proporcionaba un proceso plausible para la transmutación de especies que hacía del concepto de la descendencia común para todas las especies respetable, dado lo que se entendía por herencia en tiempos de
Darwin. Por otro lado, los matemáticos, ignorantes al igual que
Darwin de las bases genéticas de la herencia, pronto produjeron demostraciones de que la selección natural únicamente podría haber tenido un pequeño efecto real sobre las especies, y toda la idea cayó en desgracia, incluso en vida de
Darwin. Fue rescatada, irónicamente, por los modeladores matemáticos de la Síntesis Moderna de la Teoría de la Evolución en los años 1930.
Ronald Fisher,
Sewall Wright y
J.B.S. Haldane demostraron, entre otras cosas, que incluso pequeñas ventajas selectivas podrían afectar permanentemente la evolución en las poblaciones. Volvieron a traer la selección natural con una venganza cuantificable, y ha sido el objetivo principal de la investigación evolutiva desde entonces.
Un único Árbol de la Vida
Un boceto realizado por
Darwin poco después de volver de su viaje en el
HMS Beagle (1831-36), ilustraba su opinión acerca de la diversificación de las especies a partir de un único tronco común (ver figura). Estas ramas, extendidas gracias al concepto de la descendencia común, formaron eventualmente un Árbol de la Vida completo, desarrollado con entusiasmo por su discípulo alemán
Ernst Haeckel en las décadas que siguieron a
el Origen. La unicidad de la vida ganó por supuesto una confirmación independiente con el descubrimiento de la estructura del material genético, más de un siglo después de la publicación de
el Origen de las Especies.
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Boceto elaborado por Charles Darwin en 1837, mostrando la diversificación de las especies a partir de un único tronco común. Crédito: Cambridge University Library / Darwin-Online.org.uk. |
Clasificación genealógica
Antes de que se aceptara la idea de un ancestro común, las clasificaciones eran intentos de discernir algún sombrío sistema
natural, filosófico o teológico, capaz de organizar la similitud biológica. El árbol de la vida implicaba que esa relación era lo que
Darwin llamó
el vínculo oculto que subyace a todas nuestras clasificaciones. Insistió a través de cartas y libros a lo largo de toda su carrera, en que las clasificaciones debían ser, en la medida de lo posible, genealógicas. Pero en su propio trabajo sobre los percebes halló dificultad en construir clasificaciones basadas únicamente en ancestros comunes, porque los animales habían sufrido modificaciones muy importantes. Esto llevó a otro hito de su trabajo que con frecuencia pasa desapercibido.
Extinción selectiva
La extinción se reconocía como un hecho desde mediados del siglo dieciocho. Pero tuvo que ser
Darwin el que reconociera hasta qué punto había dado forma a los contornos y lagunas de la diversidad a lo largo del tiempo. Lejos de preservar una
gran cadena del ser, el mundo vivo es una vieja manta hecha de remiendos, mostrándonos una serie de formas posibles pero en la cual la mayor parte de las formas y rasgos de transición han sido eliminadas. Esto explica a la vez por qué es tan fácil separar a los seres vivos en grandes grupos (
phyla y demás) y por qué es tan dificil a veces relacionarlos entre sí, tal y como
Darwin descubrió con sus percebes.
Tiempo profundo
Esta acertada expresión no era conocida en los tiempos de
Darwin, pero era un concepto inevitable.
Darwin escribió en
el Origen que cualquier lector que no hubiera comprendido la increíble cantidad de tiempo requerida por la evolución biológica
podía cerrar este libro. Y hablaba en serio. Calculó el periodo necesario para levantar y echar abajo gran cantidad de las formaciones rocosas de Inglaterra, para subrayar este punto. Cierto, los límites de la duración solar calculados
por
Lord Kelvin sorprendieron a muchos de los defensores del tiempo profundo, pero
Darwin no estaba intimidado por la física, porque él conocía las rocas. El tiempo profundo era absolutamente necesario para su teoría en un sentido en que no lo había sido antes para ninguna otra teoría biológica. No era posible además aceptar que la Tierra tenía unos 6000 años, tal como
estimaban algunos estudiantes de la Biblia.
Distribuciones biogeográficas
Si las especies pueden diversificarse, si cambian para adaptarse a nuevas circunstancias y oportunidades, si pueden migrar, y si los climas han cambiado a lo largo del tiempo, entonces las distribuciones de plantas y animales no son patrones casuales o caprichos de un Creador.
Darwin vió que los roedores de las tierras bajas y altas en norte y suramérica estaban más cercanamente relacionados a sus vecinos continentales que con sus contrapartidas ecológicas en continentes separados. Sólo la
adaptación y la dispersión evolutiva puede dar cuenta de dichos patrones. En tiempos de
Darwin, la dispersión mediante
migración era el único mecanismo concebido como posible para que las especies se movieran entre continentes. Un siglo despues de
el Origen la tectónica de placas proporcionó el segundo mayor mecanismo para mover especies y cambiar las distribuciones biogeográficas.
Selección sexual
Darwin comprendió que otras fuerzas, además de la selección natural, podían influir en la evolución de la forma de las
especies. Observó que las diferencias entre sexos en muchas especies, desde los escarabajos a los invertebrados marinos o las aves y mamíferos, podía tener importancia en la elección de pareja y que este hecho influiría en el éxito reproductivo de la generación siguiente. Su explicación de la selección sexual fue el subtítulo del volumen curiosamente titulado
El origen del hombre. Las diferencias entre sexos ya se podían explicar como el resultado de los procesos de elección de pareja y de la competición territorial, y no simplemente como
designio divino.
Coevolución
Uno de los libros menos conocidos de
Darwin es
Sobre las Diversas Estratagemas por las cuales las Orquídeas Británicas y las Extranjeras son Fertilizadas por Insectos y sobre los Buenos Efectos de los Cruces (1862). Resume el concepto de que las especies de orígenes muy diversos han desarrollado relaciones ecológicas mutuas a lo largo del tiempo, que han llegado a afectar aspectos críticos de sus morfologías. Se descubrió una orquídea africana cuya corola medía cerca de 30 centímetros.
Darwin dedujo que debía existir una polilla que tuviera la lengua lo bastante larga como para extraer aquel polen. Cuando finalmente se descubrió la subespecie de la polilla, se le dio el nombre de
praedicta. Hoy en día podemos identificar grupos de plantas y sus insectos depredadores, vertebrados y sus parásitos, líquenes compuestos de un alga y un hongo, y muchas otras asociaciones que sólo se pueden explicar razonablemente mediante la coevolución mediante diversificación a lo largo de millones de años.
Economía de la naturaleza
Darwin inventó muchas ideas que actualmente constituyen la Ciencia de la Ecología, aunque en sus días la palabra ecología era desconocida. Desarrolló la idea de economía de la naturaleza: las interrelaciones de las especies dentro de una comunidad,
como los negocios y los consumidores en una sociedad. Lo que para autores anteriores había sido el equilibrio de la naturaleza ordenado
divinamente se convirtió en la guerra autocatalítica de la naturaleza. Reconoció el banco enmarañado de las especies de una comunidad, y subrayó la dinámica entre las influencias biológica y física en la distribución y la supervivencia de las especies.
Darwin se fue persuadiendo gradualmente de la importancia de los procesos biológicos, y su énfasis en las influencias de la competición y la predación sobre la supervivencia sigue dominando la ecología.
Cambio gradual
Se reconoce ampliamente, y con razón, que
Darwin promovió el cambio gradual. Pero, ¿a qué se refería con gradual? La mayoría de los diccionarios lo definen como
lento y constante, y ciertamente es uno de los significados que utilizaba
Darwin. Pero hay otro. Durante el viaje del
Beagle,
Darwin desembarcó en Concepción, Chile, justo después de que un gran terremoto hubiera derruido centenares de edificios, matado y herido a muchas personas, originado un enorme tsunami y elevado los acantilados unos cuantos metros en toda la línea costera, con criaturas marinas en putrefacción todavía agarradas a las rocas que antes habían estado sumergidas.
Darwin, al inspeccionar la costa el día siguiente y ver la evidencia de tantos cambios en muchos metros de acantilados escalonados, lo describió en su diario como un cambio
gradual. Para entender el por qué, debemos tener en cuenta la etimología de la palabra gradual, que procede del latín
gradus que significa
paso. El cambio geológico se producía por pasos; gradual. Esta tensión conceptual entre lento y constante y por pasos es la base de una de las ideas evolutivas más importantes del siglo veinte; el equilibrio puntuado. Esta generalización se basa en la miríada de ejemplos fósiles que demuestran que la morfología de las especies puede no cambiar apreciablemente durante gran parte de su historia, para después cambiar con relativa rapidez. Si esto se convierte en el modelo predominante de la evolución en secuencias fósiles bien preservadas, como parece ser el caso, el punto de vista de
Darwin sobre la pluralidad de los
tempos evolutivos queda justificado.
Un comienzo muy sencillo
La lista anterior, que no es completa ni mucho menos, suscita la siguiente pregunta: ¿alguna persona ha hecho tantas contribuciones permanentes a una amplia área científica como hizo
Darwin con la biología? Ciertamente, la historia del pensamiento occidental está aderezada con muchos eruditos y genios, y en último término las comparaciones no significan nada. Pero
Darwin llevó el pensamiento intelectual desde un paradigma de maravilla indemostrable de Creación especial a la capacidad de examinar cómo funcionaba ese mundo natural, aunque formado en última instancia, en términos de mecanismos naturales y modelos históricos. Arraigó la clasificación de las especies en un único árbol de diversas ramas, confiriendo así a la sistemática un razonamiento biológico y no puramente filosófico. Estructuró la mayor parte de preguntas importantes que todavía hoy definen nuestra comprensión de la evolución, desde la selección natural a la selección sexual, y fundó los principios básicos de las ciencias de la biogeografía y la ecología. Sus trabajos, todavía hoy, son de necesaria lectura y discusión, e inspiran a nuevos estudiantes y científicos de todo el mundo; pocos autores pueden vanagloriarse de tanto. En consecuencia, es decepcionante observar el ascenso del antievolucionismo de las últimas décadas. Esto es un resultado directo del ascenso del fundamentalismo religioso, cuyos partidarios lo consideran necesario para rechazar la ciencia moderna en base a lecturas de textos sagrados altamente cuestionables desde los puntos de vista históricos y teológicos dominantes.
Divergencia de carácter
Podríamos preguntarnos cómo esa gente puede aceptar las ventajas de la investigación médica, de las vacunas, de la farmacología, de la mejora de las cosechas y tantas otras que dependen de la comprensión de la evolución. La mayoría de ellos rechazan la base evolutiva de estos adelantos, considerándolos simplemente una
variación que se puede seleccionar, como las características en las razas de perros. Es por esa razón que la
microevolución en las poblaciones es muy poco amenazante para los fundamentalistas, y quizá explica por qué incluso los científicos más evolucionistas, dominados por los biólogos poblacionales, no se han involucrado intensamente en la defensa de la evolución en contra de sus detractores. No existe evidencia de que
Darwin pensara en términos poblacionales modernos, pero pensaba que los cambios en las especies causados por la selección natural y otros procesos llevarían finalmente a nuevos tipos de organismos con nuevas adaptaciones; una premisa violentamente rechazada por los fundamentalistas y otros antievolucionistas.
Por suerte, al menos en el campo no científico, ha florecido la comprensión y apreciación honestas y casi orgánicas de
Darwin. Está en la literatura, donde autores desde
George Eliot a
John Fowles han absorbido, consciente o inconscientemente, sus preceptos e ideas, alimentado hermosas prosas y poemas. Pero quizá ninguno ha hecho más que
Thomas Hardy, quien comprendió intuitivamente los niveles darwinianos de la dimensión profunda del tiempo, la contingencia histórica, las predilecciones y debilidades hereditarias, las ocasiones medioambientales, las diversas escalas de cambio que comprende la evolución, la constante necesidad de ajustes; y especialmente la insignificancia de los individuos contra el enorme flujo de vida y tiempo.
Como reza el verso de
Hardy:
Dejadme disfrutar no menos de la tierra
Porque el Poder que todo lo rige
Y que modeló su hermosura
Pensaba en algo más que en mi deleite
Let me enjoy the earth no less
Because the all-enacting Might
That fashioned forth its loveliness
Had other aims than my delight
Este hijo de la Ilustración conocía los más antiguos puntos de vista acerca del mundo, y a la vez estudiaba con humildad las revelaciones que ofrecían las nuevas investigaciones del cosmos. Los humanos son animales, una especie de las muchas que pueblan el planeta, ligados por ancestros comunes a todas las demás especies, participantes de una danza antiquísima de reproducción, adaptación, supervivencia y cambio. Es por este enfoque, que libera a los humanos del concepto de Creación especial, que
Darwin obtuvo el honor de ser enterrado en la
Abadía de Westminster. Y es por sus innumerables descubrimientos, la mayoría de ellos tan válidos y estimulantes hoy como el día en que los acuñó, que
hoy celebramos el aniversario de su nacimiento.
* Kevin Padian es profesor de biología integrada, conservador del Museo de Paleontología de la Universidad de California en Berkeley y presidente del Centro Nacional de Educación Científica de Oakland, California. Fue nombrado testigo experto en el
proceso sobre diseño inteligente de Dover, Pennsylvania, el año 2005. Este texto se basa en su artículo publicado en la revista Nature el 7 de febrero de 2008 (Nature 451, 632-634 doi:10.1038/451632a).
Bibliografía
- Desmond, A. J. & Moore, J. Charles Darwin: The Life of a Tormented Evolutionist (Warner, New York, 1991).
- Browne, J. Charles Darwin: Voyaging (Princeton Univ. Press, 1996).
- Quammen, D. The Reluctant Mr. Darwin (Norton, New York, 2006).
- Ellegård, A. Darwin and the General Reader (Univ. Chicago Press, 1958).
- Eldredge, N. & Gould, S. J. in Models in Paleobiology (ed. T. J. M. Schopf) 82–115 (Freeman, Cooper & Co., San Francisco, 1972).
- Padian, K. Nature 390, 460 (1997)
Traducido y editado por el Equipo de Astroseti.
Gracias a Ana, Claudia, David, Jesús, Lourdes, Marisa y el resto de traductores y colaboradores de Astroseti.
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