jueves, 21 de marzo de 2013

Ciencia, Evolución y Creacionismo (I)

Este texto está basado en el contenido del folleto informativo Science, Evolution and Creationism (2008), editado por el Instituto de Medicina y la Academia Nacional de las Ciencias de los EE.UU. Fue traducido al español por el equipo de voluntarios de Astroseti, y publicado el 19 de febrero de 2008.


Academia Nacional de las Ciencias de los EE.UU.
Instituto de Medicina

¿Por qué es importante la Evolución?


El descubrimiento y la comprensión de los procesos de la evolución representan uno de los logros más importantes en la historia de la Ciencia. La evolución es capaz de explicar la diversidad de la vida en la Tierra y ha sido confirmada repetidamente a través de la observación y la experimentación en un amplio rango de disciplinas científicas.

La ciencia evolutiva constituye los cimientos de la biología moderna. Ha abierto las puertas a nuevos tipos de investigación médica, agrícola y medioambiental, y ha conducido al desarrollo de tecnologías que pueden ayudar a prevenir y combatir enfermedades. Lamentablemente, la educación científica impartida en nuestras aulas está siendo socavada por los que intentan a toda costa introducir conceptos no científicos sobre la evolución en las clases de ciencias.

El astronauta James B. Irwin trabaja en el Vehículo de Exploración Lunar, cerca del lugar de alunizaje de la misión Apolo XV, en la región de los Apeninos Lunares. La sombra del Módulo Lunar Falcon puede verse en primer plano. Al fondo, el Monte Hadley. Esta fotografía fue tomada por el astronauta David R. Scott el 31 de julio de 1971. Créditos: NASA

¿Cómo se hace el trabajo científico?


El estudio de la evolución proporciona un ejemplo excelente de cómo los científicos abordan su trabajo. Observan la naturaleza y realizan preguntas acerca del mundo natural; preguntas que pueden ser puestas a prueba mediante experimentos y nuevas observaciones, y elaboran hipótesis acerca de la evolución basadas en evidencias comprobables. A medida que los científicos recopilan nuevos resultados y hallazgos, continúan refinando sus ideas. Las hipótesis formuladas pueden ser alteradas o incluso rechazadas de plano si sale a la luz alguna evidencia convincente que las contradiga. Algunas hipótesis científicas están tan bien establecidas que no parece posible que ninguna evidencia nueva pueda alterarlas. Estas hipótesis ampliamente aceptadas y sólidamente fundamentadas se convierten en teorías. En el lenguaje popular una teoría significa una corazonada o una especulación. No es así en ciencia. En ciencia, la palabra teoría se refiere a una explicación exhaustiva de una característica importante de la naturaleza que esta fundada en multitud de hechos recopilados a lo largo del tiempo. Las teorías también permiten a los científicos hacer predicciones acerca de fenómenos todavía no observados.

Un buen ejemplo es la teoría de la gravedad. Tras cientos de años de observaciones y experimentos, los hechos básicos de la gravedad fueron comprendidos. La teoría de la gravedad es la explicación de esos hechos básicos. Luego los científicos usan la teoría para hacer predicciones acerca de cómo la gravedad funcionará en diferentes circunstancias. Dichas predicciones se han verificado en incontables experimentos, confirmando la teoría. La evolución reposa sobre unos cimientos igualmente sólidos, formados por observación, experimentación y evidencias que confirman su validez.


Traducido y editado por el Equipo de Astroseti.


Gracias a Ana, Claudia, David, Jaime, Jesús, Lourdes, Marisa, Rosie y el resto de traductores y colaboradores de Astroseti.


Trabajo disponibe bajo licencia Creative Commons Creative Commons

miércoles, 13 de marzo de 2013

El legado imperecedero de Darwin

Este texto se basa en un artículo original de Kevin Padian*, publicado por la revista Nature el 7 de febrero de 2008 (Nature 451, 632-634 doi:10.1038/451632a). Fue traducido al español por el equipo de voluntarios de Astroseti, y publicado el 12 de febrero de 2009, con motivo del 200º Aniversario del nacimiento de Charles Darwin.

Quizá nadie haya tenido una influencia tan arrasadora en tantas facetas de la vida social e intelectual como Charles Darwin, nacido el 12 de febrero de 1809. De los otros dos componentes del gran triunvirato de pensadores europeos del siglo diecinueve, las ideas de Marx han sido distorsionadas hasta resultar irreconocibles en su aplicación política, y el enfoque de Freud sobre la psique ya no merece el reconocimiento de los científicos. Ningún hombre ha tenido el impacto de Darwin en la estructura del conocimiento empírico.

En el pasado siglo y medio, las ideas de Darwin han inspirado poderosas imágenes y descubrimientos en la ciencia, las humanidades y las artes. Entretanto, incontables comentaristas ignorantes de su significado han tomado prestada su elocuencia para arrimar el ascua a su sardina, desde el capitalismo a la psicología evolucionista. Darwin ha sido invocado como el demonio responsable de muchas de las aberraciones percibidas por algunos en nuestra sociedad, incluidos el ateísmo, el nazismo, el comunismo, el aborto, la homosexualidad, la investigación sobre células madre, los matrimonios homosexuales, y el recorte de todas nuestras libertades naturales. Es difícil imaginar el horror que sentiría Darwin por los malentendidos, las apropiaciones indebidas y la corrupción de sus ideas acaecidas a los 125 años de su muerte.

Charles Darwin (1809-1882) a la edad de 60 años. Fotografía tomada por J. Cameron en 1869. Imagen obtenida de Wikimedia Commons.
Hoy, día en que conmemoramos el 200º aniversario del nacimiento de Darwin y el 150º aniversario de la publicación de Sobre el origen de las especies, es un buen momento para reflexionar en lo que representa la imperecedera grandeza de Darwin en el pensamiento occidental. Sus aportaciones difícilmente se pueden reducir a una simple lista, pero los diez tópicos siguientes ofrecen pistas sobre la magnitud de su legado.

La grandeza de su visión


Selección natural


Tanto Darwin como el codescubridor de la Selección Natural, Alfred Russel Wallace, se vieron inspirados en parte por la teoría socioeconómica de Thomas Malthus. Malthus advertía en su gran Ensayo sobre el Principio de la Población (1803) que el crecimiento poblacional siempre sobrepasaría al crecimiento de los recursos, así que la superpoblación y los suministros insuficientes son inevitables y deberían ser aceptados y afrontados. Independientemente, Darwin y Wallace aplicaron estos principios al mundo natural. Se produce más progenie de la que puede sobrevivir, algunos están mejor adaptados a las condiciones predominantes que otros, y aquellos individuos mejor adaptados son más proclives a dejar sus ventajosos rasgos heredables a la siguiente generación. Malthus puede haber sido el padrino de los barracones diseñados para mantener a los ciudadanos alejados de la insolvencia y la dependencia del erario público, pero esta sombría visión de mejora no era la de Darwin, no más que lo fue la apropiación que de la selección natural hizo Herbert Spencer para su manifiesto social sobre la supervivencia del más apto.

Darwin fue menos enfático que Wallace sobre la preeminencia de la selección natural entre otros mecanismos de cambio evolutivo. Pero creía que era importante, y proporcionaba un proceso plausible para la transmutación de especies que hacía del concepto de la descendencia común para todas las especies respetable, dado lo que se entendía por herencia en tiempos de Darwin. Por otro lado, los matemáticos, ignorantes al igual que Darwin de las bases genéticas de la herencia, pronto produjeron demostraciones de que la selección natural únicamente podría haber tenido un pequeño efecto real sobre las especies, y toda la idea cayó en desgracia, incluso en vida de Darwin. Fue rescatada, irónicamente, por los modeladores matemáticos de la Síntesis Moderna de la Teoría de la Evolución en los años 1930. Ronald Fisher, Sewall Wright y J.B.S. Haldane demostraron, entre otras cosas, que incluso pequeñas ventajas selectivas podrían afectar permanentemente la evolución en las poblaciones. Volvieron a traer la selección natural con una venganza cuantificable, y ha sido el objetivo principal de la investigación evolutiva desde entonces.

Un único Árbol de la Vida


Un boceto realizado por Darwin poco después de volver de su viaje en el HMS Beagle (1831-36), ilustraba su opinión acerca de la diversificación de las especies a partir de un único tronco común (ver figura). Estas ramas, extendidas gracias al concepto de la descendencia común, formaron eventualmente un Árbol de la Vida completo, desarrollado con entusiasmo por su discípulo alemán Ernst Haeckel en las décadas que siguieron a el Origen. La unicidad de la vida ganó por supuesto una confirmación independiente con el descubrimiento de la estructura del material genético, más de un siglo después de la publicación de el Origen de las Especies.

Boceto elaborado por Charles Darwin en 1837, mostrando la diversificación de las especies a partir de un único tronco común. Crédito: Cambridge University Library / Darwin-Online.org.uk.


Clasificación genealógica


Antes de que se aceptara la idea de un ancestro común, las clasificaciones eran intentos de discernir algún sombrío sistema natural, filosófico o teológico, capaz de organizar la similitud biológica. El árbol de la vida implicaba que esa relación era lo que Darwin llamó el vínculo oculto que subyace a todas nuestras clasificaciones. Insistió a través de cartas y libros a lo largo de toda su carrera, en que las clasificaciones debían ser, en la medida de lo posible, genealógicas. Pero en su propio trabajo sobre los percebes halló dificultad en construir clasificaciones basadas únicamente en ancestros comunes, porque los animales habían sufrido modificaciones muy importantes. Esto llevó a otro hito de su trabajo que con frecuencia pasa desapercibido.

Extinción selectiva


La extinción se reconocía como un hecho desde mediados del siglo dieciocho. Pero tuvo que ser Darwin el que reconociera hasta qué punto había dado forma a los contornos y lagunas de la diversidad a lo largo del tiempo. Lejos de preservar una gran cadena del ser, el mundo vivo es una vieja manta hecha de remiendos, mostrándonos una serie de formas posibles pero en la cual la mayor parte de las formas y rasgos de transición han sido eliminadas. Esto explica a la vez por qué es tan fácil separar a los seres vivos en grandes grupos (phyla y demás) y por qué es tan dificil a veces relacionarlos entre sí, tal y como Darwin descubrió con sus percebes.

Tiempo profundo


Esta acertada expresión no era conocida en los tiempos de Darwin, pero era un concepto inevitable. Darwin escribió en el Origen que cualquier lector que no hubiera comprendido la increíble cantidad de tiempo requerida por la evolución biológica podía cerrar este libro. Y hablaba en serio. Calculó el periodo necesario para levantar y echar abajo gran cantidad de las formaciones rocosas de Inglaterra, para subrayar este punto. Cierto, los límites de la duración solar calculados por Lord Kelvin sorprendieron a muchos de los defensores del tiempo profundo, pero Darwin no estaba intimidado por la física, porque él conocía las rocas. El tiempo profundo era absolutamente necesario para su teoría en un sentido en que no lo había sido antes para ninguna otra teoría biológica. No era posible además aceptar que la Tierra tenía unos 6000 años, tal como estimaban algunos estudiantes de la Biblia.

Distribuciones biogeográficas


Si las especies pueden diversificarse, si cambian para adaptarse a nuevas circunstancias y oportunidades, si pueden migrar, y si los climas han cambiado a lo largo del tiempo, entonces las distribuciones de plantas y animales no son patrones casuales o caprichos de un Creador. Darwin vió que los roedores de las tierras bajas y altas en norte y suramérica estaban más cercanamente relacionados a sus vecinos continentales que con sus contrapartidas ecológicas en continentes separados. Sólo la adaptación y la dispersión evolutiva puede dar cuenta de dichos patrones. En tiempos de Darwin, la dispersión mediante migración era el único mecanismo concebido como posible para que las especies se movieran entre continentes. Un siglo despues de el Origen la tectónica de placas proporcionó el segundo mayor mecanismo para mover especies y cambiar las distribuciones biogeográficas.

Selección sexual


Darwin comprendió que otras fuerzas, además de la selección natural, podían influir en la evolución de la forma de las especies. Observó que las diferencias entre sexos en muchas especies, desde los escarabajos a los invertebrados marinos o las aves y mamíferos, podía tener importancia en la elección de pareja y que este hecho influiría en el éxito reproductivo de la generación siguiente. Su explicación de la selección sexual fue el subtítulo del volumen curiosamente titulado El origen del hombre. Las diferencias entre sexos ya se podían explicar como el resultado de los procesos de elección de pareja y de la competición territorial, y no simplemente como designio divino.

Coevolución


Uno de los libros menos conocidos de Darwin es Sobre las Diversas Estratagemas por las cuales las Orquídeas Británicas y las Extranjeras son Fertilizadas por Insectos y sobre los Buenos Efectos de los Cruces (1862). Resume el concepto de que las especies de orígenes muy diversos han desarrollado relaciones ecológicas mutuas a lo largo del tiempo, que han llegado a afectar aspectos críticos de sus morfologías. Se descubrió una orquídea africana cuya corola medía cerca de 30 centímetros. Darwin dedujo que debía existir una polilla que tuviera la lengua lo bastante larga como para extraer aquel polen. Cuando finalmente se descubrió la subespecie de la polilla, se le dio el nombre de praedicta. Hoy en día podemos identificar grupos de plantas y sus insectos depredadores, vertebrados y sus parásitos, líquenes compuestos de un alga y un hongo, y muchas otras asociaciones que sólo se pueden explicar razonablemente mediante la coevolución mediante diversificación a lo largo de millones de años.

Economía de la naturaleza


Darwin inventó muchas ideas que actualmente constituyen la Ciencia de la Ecología, aunque en sus días la palabra ecología era desconocida. Desarrolló la idea de economía de la naturaleza: las interrelaciones de las especies dentro de una comunidad, como los negocios y los consumidores en una sociedad. Lo que para autores anteriores había sido el equilibrio de la naturaleza ordenado divinamente se convirtió en la guerra autocatalítica de la naturaleza. Reconoció el banco enmarañado de las especies de una comunidad, y subrayó la dinámica entre las influencias biológica y física en la distribución y la supervivencia de las especies. Darwin se fue persuadiendo gradualmente de la importancia de los procesos biológicos, y su énfasis en las influencias de la competición y la predación sobre la supervivencia sigue dominando la ecología.

Cambio gradual


Se reconoce ampliamente, y con razón, que Darwin promovió el cambio gradual. Pero, ¿a qué se refería con gradual? La mayoría de los diccionarios lo definen como lento y constante, y ciertamente es uno de los significados que utilizaba Darwin. Pero hay otro. Durante el viaje del Beagle, Darwin desembarcó en Concepción, Chile, justo después de que un gran terremoto hubiera derruido centenares de edificios, matado y herido a muchas personas, originado un enorme tsunami y elevado los acantilados unos cuantos metros en toda la línea costera, con criaturas marinas en putrefacción todavía agarradas a las rocas que antes habían estado sumergidas. Darwin, al inspeccionar la costa el día siguiente y ver la evidencia de tantos cambios en muchos metros de acantilados escalonados, lo describió en su diario como un cambio gradual. Para entender el por qué, debemos tener en cuenta la etimología de la palabra gradual, que procede del latín gradus que significa paso. El cambio geológico se producía por pasos; gradual. Esta tensión conceptual entre lento y constante y por pasos es la base de una de las ideas evolutivas más importantes del siglo veinte; el equilibrio puntuado. Esta generalización se basa en la miríada de ejemplos fósiles que demuestran que la morfología de las especies puede no cambiar apreciablemente durante gran parte de su historia, para después cambiar con relativa rapidez. Si esto se convierte en el modelo predominante de la evolución en secuencias fósiles bien preservadas, como parece ser el caso, el punto de vista de Darwin sobre la pluralidad de los tempos evolutivos queda justificado.

Un comienzo muy sencillo


La lista anterior, que no es completa ni mucho menos, suscita la siguiente pregunta: ¿alguna persona ha hecho tantas contribuciones permanentes a una amplia área científica como hizo Darwin con la biología? Ciertamente, la historia del pensamiento occidental está aderezada con muchos eruditos y genios, y en último término las comparaciones no significan nada. Pero Darwin llevó el pensamiento intelectual desde un paradigma de maravilla indemostrable de Creación especial a la capacidad de examinar cómo funcionaba ese mundo natural, aunque formado en última instancia, en términos de mecanismos naturales y modelos históricos. Arraigó la clasificación de las especies en un único árbol de diversas ramas, confiriendo así a la sistemática un razonamiento biológico y no puramente filosófico. Estructuró la mayor parte de preguntas importantes que todavía hoy definen nuestra comprensión de la evolución, desde la selección natural a la selección sexual, y fundó los principios básicos de las ciencias de la biogeografía y la ecología. Sus trabajos, todavía hoy, son de necesaria lectura y discusión, e inspiran a nuevos estudiantes y científicos de todo el mundo; pocos autores pueden vanagloriarse de tanto. En consecuencia, es decepcionante observar el ascenso del antievolucionismo de las últimas décadas. Esto es un resultado directo del ascenso del fundamentalismo religioso, cuyos partidarios lo consideran necesario para rechazar la ciencia moderna en base a lecturas de textos sagrados altamente cuestionables desde los puntos de vista históricos y teológicos dominantes.

Divergencia de carácter


Podríamos preguntarnos cómo esa gente puede aceptar las ventajas de la investigación médica, de las vacunas, de la farmacología, de la mejora de las cosechas y tantas otras que dependen de la comprensión de la evolución. La mayoría de ellos rechazan la base evolutiva de estos adelantos, considerándolos simplemente una variación que se puede seleccionar, como las características en las razas de perros. Es por esa razón que la microevolución en las poblaciones es muy poco amenazante para los fundamentalistas, y quizá explica por qué incluso los científicos más evolucionistas, dominados por los biólogos poblacionales, no se han involucrado intensamente en la defensa de la evolución en contra de sus detractores. No existe evidencia de que Darwin pensara en términos poblacionales modernos, pero pensaba que los cambios en las especies causados por la selección natural y otros procesos llevarían finalmente a nuevos tipos de organismos con nuevas adaptaciones; una premisa violentamente rechazada por los fundamentalistas y otros antievolucionistas.

Por suerte, al menos en el campo no científico, ha florecido la comprensión y apreciación honestas y casi orgánicas de Darwin. Está en la literatura, donde autores desde George Eliot a John Fowles han absorbido, consciente o inconscientemente, sus preceptos e ideas, alimentado hermosas prosas y poemas. Pero quizá ninguno ha hecho más que Thomas Hardy, quien comprendió intuitivamente los niveles darwinianos de la dimensión profunda del tiempo, la contingencia histórica, las predilecciones y debilidades hereditarias, las ocasiones medioambientales, las diversas escalas de cambio que comprende la evolución, la constante necesidad de ajustes; y especialmente la insignificancia de los individuos contra el enorme flujo de vida y tiempo.

Como reza el verso de Hardy:

Dejadme disfrutar no menos de la tierra
Porque el Poder que todo lo rige
Y que modeló su hermosura
Pensaba en algo más que en mi deleite

Let me enjoy the earth no less
Because the all-enacting Might
That fashioned forth its loveliness
Had other aims than my delight


Este hijo de la Ilustración conocía los más antiguos puntos de vista acerca del mundo, y a la vez estudiaba con humildad las revelaciones que ofrecían las nuevas investigaciones del cosmos. Los humanos son animales, una especie de las muchas que pueblan el planeta, ligados por ancestros comunes a todas las demás especies, participantes de una danza antiquísima de reproducción, adaptación, supervivencia y cambio. Es por este enfoque, que libera a los humanos del concepto de Creación especial, que Darwin obtuvo el honor de ser enterrado en la Abadía de Westminster. Y es por sus innumerables descubrimientos, la mayoría de ellos tan válidos y estimulantes hoy como el día en que los acuñó, que hoy celebramos el aniversario de su nacimiento.

* Kevin Padian es profesor de biología integrada, conservador del Museo de Paleontología de la Universidad de California en Berkeley y presidente del Centro Nacional de Educación Científica de Oakland, California. Fue nombrado testigo experto en el proceso sobre diseño inteligente de Dover, Pennsylvania, el año 2005. Este texto se basa en su artículo publicado en la revista Nature el 7 de febrero de 2008 (Nature 451, 632-634 doi:10.1038/451632a).

Bibliografía


  • Desmond, A. J. & Moore, J. Charles Darwin: The Life of a Tormented Evolutionist (Warner, New York, 1991).
  • Browne, J. Charles Darwin: Voyaging (Princeton Univ. Press, 1996).
  • Quammen, D. The Reluctant Mr. Darwin (Norton, New York, 2006).
  • Ellegård, A. Darwin and the General Reader (Univ. Chicago Press, 1958).
  • Eldredge, N. & Gould, S. J. in Models in Paleobiology (ed. T. J. M. Schopf) 82–115 (Freeman, Cooper & Co., San Francisco, 1972).
  • Padian, K. Nature 390, 460 (1997)


Traducido y editado por el Equipo de Astroseti.


Gracias a Ana, Claudia, David, Jesús, Lourdes, Marisa y el resto de traductores y colaboradores de Astroseti.


Trabajo disponibe bajo licencia Creative Commons Creative Commons